Este año cuando recién ingresábamos a la tarima Plaza en Rock Al Parque donde Chite tronaba sus guitarras y el poder de su batería ruidosa, ya se sentía a lo lejos la energía de la gente bajo el ritmo de este grupo de personajes que durante varios años se ha convertido en un clásico de punk colombiano.
Su sonido callejero ha pisado tanto grandes escenarios, como garajes, hasta llegar al punto que nos reúne hoy, una fiesta en Cucunubá que descualquieró la calma de los ambientes en Ubaté, no tanto para poner a las vacas y a los perros a pogear, pero si que rompe de una forma singular con la estética de esta casa, llena de simbolismos y apologías propias del contexto nacional, tan criollo como este combo que curiosamente parece no caber en las cuatro paredes donde tocaron su música (Hasta los de la cámara a veces se mueven porque no pueden dejar de llevar la cabeza para abajo y para arriba).
Le sugerimos tener prudencia, si se encuentra en un espacio cerrado, no vaya a ser que le den ganas de destruirlo todo como a nosotros, y ojo con la mamá, no vaya a ser que piense que todo ya está perdido con usted.
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